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Própolis de abeja: antibiótico y fungicida
natural para nuestro intestino

Las abejas y sus productos han sido usados desde la antigüedad para luchar contra muchas enfermedades. La apiterapia es la disciplina que intenta curar por las abejas, y la aplican muchos médicos en todo el mundo. Existe una amplia y completa bibliografia sobre la apiterapia.

Fueron varios amigos quienes despertaron en mí el interés por las abejas en relación a nuestra enfermedad. El apicultor de Tolosa Luis Mari Intza posee un gran conocimiento del tema, y me animaba a intentar esta vía terapéutica. Por su intermediación accedí al libro “Apiterapia Hoy” (la versión en lengua vasca se titula "Erlea gure sendagile") del médico argentino Julio Cesar Diaz; el libro es de gran interés y su autor un médico sabio, progresista y militante. Otro amigo, espondilítico como yo, había probado esta terapia con un apiterapeuta de Madrid, y conservaba un grato recuerdo de la experiencia.

Para nuestra artritis los apiterapeutas indican el uso sinérgico de los productos de la colmena:
- veneno u apitoxina, sea colocando abejas vivas sobre la piel o mediante inyecciones.
- polen, por ser un multimineral y multivitamínico muy completo.
- jalea real, por sus muchas propiedades.
- miel.
- própolis.

Puestos a probar uno, elegí comenzar por el própolis. Por estas razones: 1) el polen contiene almidón y, aun siendo en pocos gramos, me daba reparo romper mi dieta en un momento de inflamación galopante; 2) el uso del veneno de abeja exige hacerlo bajo la dirección de un profesional; 3) la documentación sobre apiterapia me hacía especialmente atractivo el própolis.

(Comencé a usar veneno de abeja en diciembre del 2005, un año más tarde de empezar con el própolis, y con muy buenos resultados. Lo explico en el apartado "Veneno de abejas para la artritis")

Hay apiterapeutas que recomiendan el própolis a modo de complemento del tratamiento principal, que es el de la apitoxina. Yo sin embargo he usado el própolis como tratamiento principal, como complemento a la dieta sin almidón. Y tanto yo como quienes me rodean podemos certivicar que el própolis ha sido clave de la mejoría que he experimentado en pocos meses.

El Própolis o Propóleo es una pasta que fabrica la abeja; con ella cubre las grietas de la colmena, embalsama a los ratones, lagartijas y otros bichos que hayan invadido su hogar (les es fácil matarlos a aguijonazos, pero no pueden sacarlos fuera) y también desinfectan todo objeto que se introducido en la colmena. La abejas viven obsesionadas con la profilaxis, no en vano deben vivir varios miles de animales en un espacio reducido. Los egipcios usaron el própolis en sus trabajos de momificación, y desde entonces ha sido empleado para muchos menesteres. El más extendido entre nosotros: su uso para curar infecciones bucales o de garganta, a modo de gárgaras, etc.

En lo que a mí respecta, mi experiencia arrancó de un momento de desesperanza, en otoño del 2004: ralizaba con rigor las terapias que hasta entonces me estaban dando relativamente buen fruto, me alimentaba estrictamente (como lo hago hoy en día) según la Dieta Sin Almidón, tomaba un antibiótico (la minociclina) siguiendo el protocolo de la Road Back Foundation y bajo supervisión médica... y aun así sentía que desde agosto no lograba cortar una crisis. Consulté con varios amigos-pacientes de Kickas.org, y llegué a esta conclusión: muy posiblemente se me había cruzado en el camino la Cándida Albicans (este hongo microscópico invade los aparatos digestivos de gente con problemas crónicos, aprovechando además el espacio libre que dejan con su efecto los antibióticos); y en todo caso, se trataba de alguna infección, bacteriana o fúngica. No explicaré aquí las razones que me asistían para sospechar de la Cándida; quien se interese por ello no tiene más que buscar en Google y leer los síntomas bien conocidos. Muchos artríticos padecemos las consecuencias de la invasión de Cándida, no por difícil de diagnosticar menos grave.

Buscando el remedio para la Cándida, me acordé de lo que sobre ello cuentan las descripciones del própolis. Y es que el própolis posee características muy interesantes para los artríticos: es muy buen bactericida y fungicida, ofrece resultados tan buenos como los medicamentos de farmacia en los casos de parásitos (contra la giardia, por ejemplo, es tan eficaz como el metronidazol), ejerce una acción antiinflamatoria, es inmunomodulador... Volví a leer diversos materiales de entre la amplia bibliografía que avala este tema (entre otros la muy importante información que ofrece la Organización Mundial de la Alimentación y la Agricultura, la FAO (organismo de la ONU), y con todo ello decidí volver a intentarlo.

El 20 de octubre del 2004 comencé tomando 30 gotas a la mañana y 30 a la tarde. En concreto: 30 gotas de tintura de propóleo al 25% diluído en alcohol etílico disueltas en medio vaso de agua. En aquel momento necesitaba tomar 150 mg de Inacid diariamente y 2,5 mg de cortisona (sustancia que hacía bastante tiempo había logrado dejar, con esfuerzo). Mi estado se había deteriorado a partir de agosto, en un brote que no acababa. Pues bien, a partir del cosumo de própolis mejoré de forma muy notable: para el 20 de diciembre (dos meses más tarde) había vuelto a abandonar del todo la cortisona y me bastaba con 50-75 mg de Indometacina. Desde entonces mi necesidad de antiinflamatorio se estabilizó en 50 mg de Indometacina, pero es que además de eso mi estado general mejoró de forma muy notoria, en marzo dejé de usar bastón, aumentó la flexibilidad de mis articulaciones...

También los resultados de las analíticas de sangre confirmaban la mejoría: el 9 de noviembre (al comenzar con el própolis) la VSG era de 92 y la PC-R de 40. En febrero la VSG había bajado a 40 y la PC-R a 18. Otra señal más: mi hematocrito subió de los 37 puntos que tenía en noviembre a los 40 de febrero (hacía mucho tiempo que no lograba un hematocrito dentro de los parámetros de la normalidad, aunque "rozando el palo"). Por otra parte, mejoraron los puntos de psoriasis que padezco (y algunos de los más molestos simplemente desaparecieron). Por si todo ello fuera poco... ¡había comenzado a ganar peso!

Además del própolis -digámoslo todo- había introducido otros dos pequeños cambios en mi tratamiento. Un médico me propuso tomar una dosis mínima de colchicina, 1 mg diario, porque consideraba la posibilidad de que tuviera yo un problema de eliminación de ácido úrico (una complicación que me han solido comentar también otros artríticos). Más tarde supe por mi médico de familia que la colchicina tiene además de una potente acción contra la gota una importante actividad antiinflamatoria. La colchicina es un medicamento antiguo y barato, que se vende sólo en genérico.

Por otro lado, me decidí por tomar de modo intensivo un multi-vitamínico y multi-mineral: polvo extracto de cebada verde. Se trata del extracto liofilizado de plantas tiernas de cebada, que yo consumo en polvo, aunque existe también en píldoras y en América se vende en líquido. Está muy documentado el beneficio de este suplemento, y considero que la mejora espectacular de mi hematocrito debe tener relación directa con su consumo.

Esta es mi posición actual en lo que al própolis respecta: siendo una infección intestinal el desencadenante de nuestra Espondilitis, muchos de nosotros -por sufrir una versión severa o muy prologada en el tiempo- necesitamos complementar la Dieta Sin Almidón con un tratamiento antibiótico-fungicida. El uso del Tratamiento con Antibióticos se desarrolla ampliamente en otro apartado de Izorrategi. Siguiendo en la misma idea, parece que mi caso confirma que el própolis funciona a modo de antibiótico natural, sólo que sin las contraindicaciones de los antibióticos vendidos en farmacia, es decir, que por ejemplo combate también la infección por los hongos y los parásitos. No pretendo polemizar con nadie acerca de las ventajas del própolis respecto a otros medicamentos: de antemano he dejado claro que no soy médico, y por otra parte existe suficiente literatura médica que ilustra este tema. Dicho lo cual, afirmo claramante los beneficios que me ha producido tanto a mí como a varios otros artríticos que conozco personalmente.

En todo caso, daría dos consejos a quien quiera probar con el própolis. Por un lado, conviene comenzar desde dosis más pequeñas, por si acaso, para evitar las diarreas: 10 gotas a la mañana y diez a la noche, por ejemplo, para ir aumentando 5 gotas cada día (en las dos tomas), hasta estabilizarse en 30 gotas dos (o tres veces) al día. Por otro, tomar lactobacilos o bífidos, para repoblar el intestino.

El própolis se comercializa también en otras formulaciones para su uso oral, por ejemplo diluído en aceite o cápsulas; recientemente he sabido que existe además otra versión en hidro-alcohol. No he probado ninguna de estas, y por tanto desconozco su resultado en comparación con la disuelta en alcohol etílico que yo tomo. Los apiterapeutas hablan de tomar dos o tres veces al día 30 gotas de própolis disuelto al 25%. Yo esa es la forma en que lo tomo cuando escribo estas líneas (mayo del 2005).

A la vista de la mejora experimentada a partir del uso del própolis, decidí hacer caso a los apiterapeutas -que hablan de la sinergia que se produce entre los productos de la colmena- y comenzar a tomar otros dos productos: el polen y la miel. El polen es un multivitamínico y multimineral de primer orden. Durante largo tiempo no me atreví a tomarlo, por su contenido en almidón, que puede alcanzar el 20%. Pero al fín me decidí y pronto me dí cuenta de que lo tolero muy bien. Los apiterapeutas aconsejan tres cucharadas soperas al día de polen, pero durante varios meses prudentemente he tomado una cada mañana, en ayunas.

La miel es un azúcar muy beneficioso, una fructosa, y por tanto no tiene los inconvenientes que para nosotros tiene la sacarosa. La diferencia entre la miel y la sacarosa es la siguiente: la sacarosa es un disacárido, y debe recorrer mucho trecho en el intestino (por la necesidad de descomponer ese azucar complejo en dos simples) antes de pasar a la sangre, y por tanto se convierte en pasto de la Klebsiella y otras bacterias. La miel en cambio -por ser una fructosa, un azúcar simple- está disponible para ser inmediatamente absorvido a la sangre, y además lleva consigo los minerales, enzimas y aminoácidos que necesita nuestro organismo para transformarla.

El binomio polen-miel es muy importante para nosotros en opinión de los apiterapeutas, porque los artríticos tenemos una gran propensión a la anemia.

Resumo mi idea acerca del própolis o propóleo de abeja: hoy en día estoy tan convencido de los beneficios que nos aporta el própolis a quienes sufrimos de Espondilitis que a cualquier paciente recién diagnosticado de nuestra enfermedad que me pregunta acerca de qué hacer le aconsejo: para comenzar aliméntate siguiendo la Dieta Sin Almidón; y segundo, para aumentar el efecto de la dieta, toma própolis.

Para quien quiera saber más acerca del própolis y sus efectos (además de los links propuestos más arriba) he aquí la referencia de algunos sitios en la web:
- “El Propolis y la Salud”, resultado muy documentado de una investigación realizada por médicos de la universidad de Valencia, en castellano e inglés.
- Introducción al própolis, del libro "Apiterapia Hoy" de Julio César Díaz.

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