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La importancia del equilibrio ácido-básico
Yo tuve conocimiento de la importancia del equilibrio
ácido-básico por la información que me proporcionó
un amigo espondilítico vasco que conoció personalmente al
doctor Jean Seignalet. Esta
persona -que como yo se alimenta con una dieta sin almidón- me
ha solido comentar que en su caso personal identifica por unos síntomas
claros la acidificación de su organismo. Por ejemplo: el comer
alimentos acidificantes -sobre todo carnes rojas, mollejas, hígado,
huevos, etc- le produce hipersensibilidad y dolor en las encías.
El
me proporcionó estas dos pistas: La importancia del equilibrio ácido-básico está relacionado con la necesidad que tiene nuestro organismo de conseguir los llamados elementos micronutrientes, en cantidad suficiente y en forma asimilable. Estos micronutrientes son: los oligoelementos, los minerales, los aminoácidos esenciales y los ácidos grasos poliinsaturados. La carencia de algunos o todos estos micronutrientes está relacionada con gran número de enfermedades y dolencias. En nuestro
organismo la gestión de estos micronutrientes la realizan al rededor
de 15.000 enzimas. Cada persona partimos con un capital genético
de enzimas, un capital que es mayor o menor según seamos cada uno,
y que con nuestro modo de vida y el medio ambiente que nos rodea va a
ser modificado. Cada una de las carencias, excesos o ataques exteriores
que padezcamos se reflejará en nuestro capital enzimático.
Pero al ser tantas las enzimas y tantos los micronutrientes que las enzimas
deben "gestionar", la gran diversidad de situaciones que pueda
presentar cada persona: esa gran diversidad la agrupan los especialistas
en unos llamados "terrenos". Estos son los principales "terrenos": Aquí nos centraremos en las implicaciones del terreno ácido. Para empezar, el tema ácido-básico hace referencia al índice pH. Este índice mide la capacidad de una materia de liberar iones de hidrógeno. Así, si el pH neutro es 7, el 0 sería el ácido absoluto y 14 el alcalino absoluto. El pH óptimo de nuestra sangre se cifra en 7,4. Un pH ligeramente básico. El problema de nuestro pH es que el cuerpo humano sólo está saludable si el pH de los líquidos de los que nos componemos (sangre, linfa...) está entre 7,36 y 7,42. Nuestros problemas
habituales en este terreno están relacionados con excesos de acidificación,
casi siempre (salvo en casos muy específicos). Ello suele ocurrir
por alguna de estas razones: El organismo hace frente a un golpe de acidificación por medio de unos sistemas tampón. Hay varios sistemas tampón, que funcionan con la siguiente regla: 1 ácido + 1 base = 1 sal neutra. Entre los sistemas tampón tienen gran importancia los minerales. Hay minerales ácidos: azufre, fósforo, cloro, flúor, yodo, sílice, etc. Y minerales alcalinos: calcio, sodio, potasio, magnesio, cobre, hierro, manganeso... Estos minerales alcalinos serán los que usará nuestro cuerpo para neutralizar su estado acidificado. Hay que decir que los pulmones aseguran el 90% de la desacidificación del cuerpo, al arrojar exterior diversos ácidos transformados en ácido carbónico. De ahí la importancia del ejercicio físico también en este terreno: Vassey afirma que una muestra de orina tomada después de un largo paseo muestra un pH más alcalino que otra muestra tomada antes del ejercicio. Un segundo sistema de desacidificación es el renal, a través de la orina. Una tercera vía es la cutánea, más limitada, pero que explica el que ciertos problemas de acidosis pueden provocar una dermatosis. Un problema de acidosis
puede ser resultado de: La acidosis de nuestros tejidos tiene una consecuencia importante para quienes padecemos de problemas óseos y articulares: nuestro organismo para intentar estabilizar su pH echa mano del fosfato cálcico de los huesos, ese calcio se disuelve y pasa a la circulación sanguínea y capta los iones de hidrógeno en exceso (del mismo modo que los agricultores de la costa cantábrica usaban la cal para matar la excesiva acidez de nuestras huertas). Si la acidosis es crónica, podemos asistir a un agotamiento de la reserva ósea y una fuerte desmineralización. Los problemas de descalcificación que padecen las mujeres a partir de la menopausia están relacionados con este sistema de funcionamiento. De ahí pasaremos a problemas de caries, dolores óseos o articulares, osteoporosis, debilitamiento de cabellos y uñas, etc. Christopher
Vasey en el libro ya citado publica esta lista, que también pude
servir como pista para saber si acarreamos este problema: Una acidosis de nuestro organismo empeora la hiper-permeabilidad de nuestro ya deteriorado intestino. Y a consecuencia de ello, nuestro organismo es más vulnerable tanto a microbios que nos produzcan infecciones como a péptidos y otros subproductos de microorganismos susceptibles de provocar reacciones autoinmunitarias, como las de quienes padecemos de espondilitis. ¿Cómo
sabemos si sufrimos una acidosis importante? Una forma de medirla es controlando
el pH de nuestra orina por la mañana -a partir de la segunda orina
de la mañana, no de la primera- y las de antes de comer y cenar.
Vasey propone una segunda forma de medir: ver si nuestros músculos
duelen al ser presionados; ese test se hace sobre los trapecios, los escalenos,
los cuádriceps y el psoas. Personalmente, creo que si se padece
alguno de los transtornos citados más arriba, se puede trabajar
sobre la hipótesis de una acidosis, y tratar de solucionarla mediante
las tres acciones que se pueden realizar: En el caso de la dieta, es importante conocer el efecto que cada alimento pueda tener en este equilibrio ácido-basico, porque hay alimentos alcalinizantes, alimentos ácidos y alimentos acidificantes. Del mismo modo, cada persona se tiene que observar a sí mismo con atención porque cada persona tiene un capital propio de capacidad de metabolizar los ácidos: algunas personas asimilan con más facilidad los ácidos y otras con más dificultad. Los alimentos sean acidificantes o alcalinizantes lo son para todas las personas; por contra, el capítulo de los alimentos ácidos engloba alimentos que aun conteniendo elementos ácidos sólo producirán efectos acidificantes a las personas con alguna deficiencia en su metabolismo respecto a los ácidos. En las personas con un metabolismo "en forma", esos alimentos ácidos cumplirán una función alcalina y reminelarizante. 1.-
Los alimentos ACIDIFICANTES Algunos comentarios
sobre estos alimentos: Las purinas no se encuentran sólo en las carnes, también las contienen las legumbres (100 gramos de soja contienen tanta purina como 200 gramos de carne de cerdo), el café, el té negro, y el cacao. Por eso están incluídos en la lista de los alimentos acidificantes. b) Los cuerpos grasos. Nuestro organismo asimila con dificultad los ácidos grasos saturados, tanto animales (manteca, sebo, carnes o pescados grasos) como vegetales (margarina, mantequilla, mantequillas vegetales hidrogenadas, aceites refinados). El aceite de cacahuete es el más acidificante. Por contra, los aceites vírgenes de primera presión en frío son ricos en ácidos grasos insaturados y por lo tanto no son acidificantes. c) Los cereales. Su ingesta produce siempre una cierta cantidad de ácidos y por lo tanto son acidificantes tanto si son refinados como si son integrales. 2.-
Los alimentos ÁCIDOS (Como comentario personal, una palabra sobre la miel: los apiterapeutas son de la opinión de que la miel aun siendo ácida tiene un efecto alcalinizante. Es por ello que la recomiendan como antiácido, ya que -en su opinión- si bien en un primer momento tiene un cierto efecto acidificante, al llegar al estómago provoca la reacción alcalinizante de éste). Cuatro factores
influyen en la capacidad del organismo de metabolizar los ácidos: 3.-
Los alimentos ALCALINIZANTES Para terminar. Los consejos para reequilibrar nuestro equilibrio ácido-básico ya se han citado más arriba: afinar en la dieta, ejercicio físico, beber mucha agua para mejorar al eliminación y en su caso tomar algún suplemento alcalinizante o mineralizante. Un
par de consideraciones finales para los espondilíticos en dieta
sin almidón: |
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